Did C. S. Lewis Have a Crisis of Faith in 1948?

¿Acaso C. S. Lewis tuvo una Crisis de Fe en 1948?

¿Acaso C. S. Lewis abandonó su fe cristiana después de un debate con una filósofa en 1948?

Algunos estudiosos de C. S. Lewis han popularizado la idea de que Lewis tuvo una grave crisis personal tras un debate con Elizabeth Anscombe, una filósofa católica romana, en el Club Socrático del Oxford el 2 de febrero de 1948. Se afirma que Anscombe, demolió de tal manera el argumento de Lewis referente al naturalismo y la posibilidad de la razón humana, que Lewis abandonó la apologética (una rama de teología dedicada a la defensa del cristianismo) y se tornó a la literatura infantil por el resto de su carrera.1 

Algunas biografías de C. S. Lewis—como las de George Sayer y A. N. Wilson—avanzan en este punto de vista. Sayer retrata el debate como “una experiencia humillante” en la cual Lewis reconoció que su argumento había sido “demolido,” provocando que se diera cuenta de que ya no era capaz de escribir obras de apologética.2

Wilson va mucho más allá, afirmando que Lewis estaba en “un estado cerca de la desesperación” después del encuentro, comparándolo con “un niño. . .que fue degradado y sacudido.”3 Según Wilson, Lewis no sólo se apartó de las obras de la apologética desde ese tiempo, sino que también rechazó sus obras de apologética anteriores: “Aunque [‘Los Milagros’] y las controvertidas obras que lo preceden—‘El Problema del Dolor,’ ‘Mero Cristianismo’—permanecen tan inmensamente populares en el mundo cristiano y se siguen vendiendo en librerías cristianas, [Lewis] vino a sentir que su método y formas eran falsas.”4

Vale la pena explorar esta caracterización del debate Lewis–Anscombe. Después de todo, si Lewis rechazó sus obras apologéticas, entonces obviamente no debemos tomarlos muy en serio. Pero, ¿acaso Lewis realmente tuvo tal crisis de fe en la mitad de su carrera? ¿Qué realmente pasó esa noche de febrero de 1948?

¿“Sacudido y Degradado”?

En primer lugar, la medida en la que Lewis estaba personalmente molesto por el debate ha sido llevada fuera de proporción, enormemente—especialmente por Wilson. Un tratamiento más completo y más equilibrado del evento es proporcionado en los relatos tales como The Narnian de Alan Jacobs.

Como lo demuestra Jacobs, todo lo que la evidencia sugiere es que hubo un debate serio en el cual Anscombe reveló algunas debilidades en el argumento de Lewis, el cual él después revisó para su satisfacción. Mientras que algunos amigos (como Derek Brewer) comentaron que Lewis estaba “molesto” por el incidente, otros (como Humphrey Havard) no recuerdan tales sentimientos de parte de Lewis. Lo más importante es que ninguno de ellos afirmó que Lewis haya tenido una crisis de fe o que había rechazado sus primeras obras.5

La misma Anscombe recordó la noche de la siguiente manera:

La reunión del Club Socrático en la cual leí mi papel ha sido descrita por varios de los amigos de Lewis como una experiencia horrible e impactante que lo molestó mucho. . . . Mi recuerdo es que era una ocasión de discusión sobria de ciertas críticas bastante definidas, en la cual la revisión y reescritura de Lewis demostraron que mi pensamiento era preciso. Me inclino a interpretar los extraños relatos del tema por algunos de sus amigos—que no parecen haber estado interesados en los argumentos reales del tema a debatir — como un ejemplo interesante del fenómeno llamado proyección.6

Si Anscombe consideró la reacción más restringida de ciertos amigos de Lewis como proyecciones “extrañas,” me pregunto qué pensaría de relatos más extremos como la narrativa de Wilson. Tiene un fuerte efecto retórico, pero parece ser más apoyada por la exageración que por los hechos.

¿Un “Giro” de la Apologética?

Sin embargo, hay un problema más básico involucrado en la tesis Sayer–Wilson: No cuadra con los hechos y secuencia de la carrera de escritor de Lewis.

Lewis claramente continuó creando obras apologéticas después de 1948. Para prueba de ello, da un vistazo rápido a los contenidos y fechas de publicación originales de los ensayos de “Dios en el Banquillo.” Algunos ejemplos incluyen su artículo de 1952, Is Theism Important?; On Obstinacy of Belief  de 1955; Rejoinder to Dr. Pittenger en 1958; y Modern Theology and Biblical Criticism en 1959.7

Aparte de estas obras cortas, Lewis también publicó una edición revisada de “Los Milagros” en 1960. Significativamente, esta edición contenía una versión ampliada del argumento tan criticado por Anscombe—que la misma Anscombe reconoció haber cumplido más adecuadamente con sus objeciones iniciales.

Este hecho es difícil de explicar en términos de la narrativa de Wilson. Si Lewis realmente había sido afectado como para abandonar la apologética, ¿habría entonces republicado él mismo el argumento que una vez sacudió su confianza?

Además, la idea de un “giro” de la apologética a la literatura infantil se siente un poco forzada. Lewis siempre tuvo un amor por la literatura infantil, y ya había empezado varias historias de niños en 1948 (aunque hasta ese tiempo ninguna había llegado a buen término). Y la imagen que eventualmente le llevaría a escribir los libros de Narnia—un fauno caminando por un bosque cubierto de nieve durante la noche—había estado en su mente desde su adolescencia.

Igualmente, su producción literaria ya había sido bastante diversa. Sus obras incluyeron no sólo libros de apologética, sino también poesía, ciencia ficción, relatos cortos, crítica literaria, crítica social, alegoría y “El Gran Divorcio” (que parece caer en su propia categoría). Lo que publicara en algún nuevo género es apenas asombroso. Y tampoco es la última vez que lo haría.8

Un Punto de Vista Mecánico de Producción Literaria

En general, los esfuerzos para correlacionar el debate Lewis–Anscombe y las historias de Narnia tienen un fuerte riesgo de artificialidad. El sentido de que se necesita encontrar una causa externa en la vida de Lewis para los libros de Narnia sufre de una opinión algo mecánica de producción literaria. Incluso el erudito más comprensivo de Lewis, Michael Ward, al criticar la leyenda de Anscombe, parece sentir la necesidad de encontrar alguna otra causa aparente para el “giro” de Lewis hacia la literatura infantil.

Ward sugiere en su libro Planet Narnia que mientras Lewis no abandonó la apologética después de 1948, los libros de Narnia aún así fueron escritos en respuesta a su encuentro con Anscombe. Específicamente, Ward postula que Lewis trataba de ilustrar su punto (de que la razón humana es incompatible con el naturalismo) por medio de la literatura infantil porque había fallado en hacerlo a través de la discusión filosófica abstracta.9

Motivación Artística

Pero yo sostengo que este punto de vista aún concede demasiada importancia al debate Lewis–Anscombe. No hay necesidad alguna de encontrar una causa externa para justificar la escritura de Lewis de literatura infantil. Quien disfruta escribiendo historias (o poemas o música) sabe que la motivación artística comúnmente es interna, espontánea e imposible de correlacionarse con determinados eventos externos en la vida. La imaginación misma proporciona la ocasión—especialmente para alguien con tan poderosa imaginación como la de Lewis.

C. S. Lewis escribió los libros de Narnia porque era C. S. Lewis y porque se le metió en la cabeza y en su corazón hacerlo. Decir más de eso es poco probable que sea útil. De hecho, si decidimos que necesitamos causalidad externa para las producciones literarias, necesitamos preguntar qué tipo de eventos en la vida de los biógrafos de Lewis les impulsaron a escribir sus propios libros. De hecho, pasaríamos más tiempo buscando estas respuestas que disfrutando de la literatura original.

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  1. El argumento en particular en cuestión se amplía en el capítulo 3 del trabajo de C. S. Lewis’s Miracles: A Preliminary Study (Nueva York: HarperCollins, 2001). Originalmente publicado en 1947, el libro fue revisado en 1960.
  2. George Sayer, Jack: A Life of C. S. Lewis (Wheaton, IL: Crossway, 1988), 307–308.
  3. A. N. Wilson, C. S. Lewis: A Biography (London: Collins, 1990), 220.
  4. Ibid.
  5. Alan Jacobs, The Narnian: The Life and Imagination of C. S. Lewis (San Francisco: HarperSanFrancisco, 2005), 231–235.
  6. G. E. M. Anscombe, Metaphysics and the Philosophy of Mind, The Collected Philosophical Papers of G. E. M. Anscombe, vol. 2 (Minneapolis, MN: University of Minnesota Press, 1981), 44.
  7. Victor Reppert ha proporcionado también otros ejemplos. Véase Victor Reppert, “The False Anscombe Legend,” Dangerous Idea, 23 de junio de 2006, http://dangerousidea.blogspot.com/2006/06/false-anscombe-legend.html.
  8. Por ejemplo, considera Till We Have Faces y Reflections on the Psalms.
  9. Michael Ward, Planet Narnia: The Seven Heavens in the Imagination of C. S. Lewis (Oxford: Oxford University Press, 2008), 215–219.
  10. Crédito de Foto: Kevin Russ / Stocksy.com.