Anticonceptivos en la Biblia

Anticonceptivos en la Biblia

¿Pueden los cristianos usar métodos anticonceptivos? ¿Qué dice la Biblia acerca de los anticonceptivos?

Cuando los cristianos intentan definir si una acción es “pecadora,” la autoridad más a menudo consultada es la Biblia. Desafortunadamente, las capas de la tradición que se añaden a las Escrituras confunden nuestro entendimiento. Si no tenemos cuidado, podemos terminar pensando que Dios es un sádico, que hace nuestras vidas miserables sólo por diversión.

Esto es especialmente cierto en el caso del sexo. Y cuando comenzamos a hablar de sexo, el tema de los métodos anticonceptivos no se queda muy atrás.

Algunos ven los métodos anticonceptivos como una afrenta a Dios, a sus intenciones en relación con el sexo, y a su mando, “sean fructíferos y multiplíquense.”1 Otros no tienen problema en conciliar su fe cristiana con el uso de éstos métodos. Por lo tanto, ¿cuál debe ser? ¿Es pecado usar métodos anticonceptivos?

Un Buen Diseño

Si nos fijamos en los primeros versículos del Génesis, leeremos acerca de Dios creando un mundo hermoso y diverso y declarando todas las cosas como “buenas.” Lo único que el Señor dijo que “no era bueno” era que el hombre estuviera solo: “Luego Dios el Señor dijo: ‘No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.’”2

Dios hizo al hombre y la mujer para que se hicieran compañía; nos hizo para complementarnos uno al otro, emocional, mental y físicamente.3 El sexo, por su diseño, es bueno y está destinado a fortalecer esa unión. Por supuesto, el sexo también es la forma en la que nos reproducimos y perpetuamos nuestra especie.

Sin embargo, después de que el pecado entró al mundo a través de Adán y Eva, el proceso de la maternidad fue alterado. Vemos esto en palabras de Dios: “A la mujer le dijo: ‘Multiplicaré tus dolores en el parto, y darás a luz a tus hijos con dolor.’”4

Mientras que la maternidad es natural y hermosa, dar a luz es también una tarea fuerte. Ésta afecta a la mujer—por la demanda física del embarazo, el dolor del trabajo de parto y el impacto emocional y mental de todo el proceso.

Ahora consideremos el diseño biológico de los hombres y las mujeres. Desde el momento de la pubertad, los hombres son físicamente capaces de procrear por el resto de sus vidas. No sólo eso, pero el espermatozoide de un hombre es capaz de sobrevivir hasta tres días después de que se produce—y se producen millones todos los días.5

Con las mujeres, las cosas son muy diferentes. El cuerpo de la mujer tiene una temporada de fecundidad que comienza en la pubertad y termina en la menopausia. Más allá de eso, las mujeres tienen un ciclo mensual que incluye una relativamente pequeña ventana en la que puedan concebir—un promedio de tres días. E incluso dentro de esa ventana, hay un período de  6 a 12 horas en el que los espermatozoides son capaces de encontrarse con el huevo de la hembra para formar un cigoto.6

Aunque el cuerpo de una mujer se destinó para cargar hijos, es de todos modos desgastado a través del proceso.7 Fue Dios quien creó a la mujer con las limitaciones de su capacidad de procrear.

Históricamente, la iglesia católica ha visto la procreación como la principal—incluso la única—razón para el sexo. Sin embargo, esta visión ha cambiado a través del tiempo. Ahora hay algunos cristianos que creen que, aunque la reproducción es el buen fruto de una unión amorosa, es una función secundaria del sexo. Como lo escribe el profesor Jarram Barrs: “El propósito principal de la asociación sexual que Dios nos ha dado no es la de la reproducción sino más bien la de la expresión, la consumación, de amor y unidad. . . .La alegría de llegar a ser una sola carne es más fundamental para el sexo de lo que es la maternidad.”8

Dios nos diseñó para la intimidad—con un control anticonceptivo incorporado—y dijo que era muy bueno.

Una Perspectiva Estropeada

Ahora, este artículo no habla directamente sobre el sexo, aunque la Biblia tiene mucho que decir sobre el tema.9 Por supuesto, los temas obviamente se entrelazan, y nuestra perspectiva sobre el sexo influye en nuestra perspectiva sobre los métodos anticonceptivos.

Sin embargo, cabe señalar que nuestra perspectiva, también está estropeada.

Después de que el pecado entró al mundo, se puede observar una clara desviación del propósito de Dios para las personas a lo largo de toda la historia. Tanto hombres como mujeres abusan del sexo para sus propios fines rotos. En lugar de disfrutarlo para lo que se pretendía en el principio—el placer de un esposo y una esposa—las prácticas centradas en uno mismo abundan.10 A menudo, el amor a Dios y el amor al prójimo son completamente abandonados por el amor a uno mismo.11

Los Actos Malvados de Onán

Uno de los pasajes más utilizados para tratar de demostrar el aborrecimiento de Dios por los anticonceptivos y probar que es un pecado se encuentra en Génesis 38. Desafortunadamente, también se malinterpreta con frecuencia.

Para entender esta historia, debemos ver su contexto bíblico. En los libros relativos a la ley Hebrea, la provisión para las mujeres y los niños se describe en su totalidad.12 Aunque las mujeres no eran “herederas” por derecho propio,13 era deber de los hombres—de los esposos—proveer para su mujer, a menudo presentando un heredero.14

Si una mujer enviudaba y no había tenido hijos, ella debía casarse otra vez con alguien de la familia de su esposo con el fin de preservar el linaje de su cónyuge.15 El hombre que sirvió a la viuda de alguna manera—el que preservó su lugar entre la gente y garantizó su provisión física—era llamado pariente redentor. El primer hijo nacido del matrimonio de la viuda y el pariente redentor continuaría “llevando el nombre del hermano muerto para que su nombre no fuera borrado de Israel.”16

Esto nos lleva a la historia de Tamar y Onán en Génesis 38. El esposo de Tamar, Er, muere, dejándola sin hijos y sin provisión. Onán, el hermano de Er y pariente redentor de Tamar, inicialmente parece estar dispuesto a asumir su responsabilidad. Sin embargo, “Onán sabía que los hijos que nacieran no serían reconocidos como suyos. Por eso, cada vez que tenía relaciones con ella, derramaba el semen en el suelo, y así evitaba que su hermano tuviera descendencia.”17 ¿El resultado? “Esta conducta ofendió mucho al Señor, así que también a él le quitó la vida.”18

El comportamiento de Onán fue contado como pecaminoso, y muchos han interpretado que esto es así porque Onán esencialmente estaba usando un método anticonceptivo. Sin embargo, una inspección más cercana revela que la acción de Onán era pecaminosa no por el control anticonceptivo en él y para sí mismo, sino porque era egoísta. El comportamiento de Onán fue malvado porque estaba más preocupado por sí mismo que por el bienestar de Tamar. Él se amaba a sí mismo más que a Tamar.

Un Asunto del Corazón

La mayoría de los cristianos se esfuerzan por vivir vidas justas en conformidad con la palabra de Dios en la Biblia. El apóstol Pablo escribe manteniendo la ley de Dios a la luz de las creencias personales sobre lo que es “impuro”:

No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros. De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la ley. Porque los mandamientos que dicen: “No cometas adulterio,” “No mates.” “No robes,” “No codicies,” y todos los demás mandamientos, se resumen en este precepto: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” El amor no perjudica al prójimo. Así que el amor es el cumplimiento de la ley. . . . Por tanto, dejemos de juzgarnos unos a otros. Más bien, propónganse no poner tropiezos ni obstáculos al hermano. Yo, de mi parte, estoy plenamente convencido en el Señor Jesús de que no hay nada impuro en sí mismo. Si algo es impuro, lo es solamente para quien así lo considera.19

En conclusión: La Biblia no habla específicamente de los anticonceptivos. El asunto es una cuestión del corazón—como Pablo lo explica anteriormente. Es una decisión personal a la que se llega a través de una consideración devota de lo que dice la Biblia acerca del sexo, el cuidado de los hijos y una vida correcta. Al final, tú debes decidir—desde tu propio punto de vista y para tu propia vida—si los métodos anticonceptivos son "impuros" o no.

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  1. La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional (NVI) © 1999, Génesis 1:28.
  2. Ibid., Génesis 2:18.
  3. Jarram Barrs, Through His Eyes: God’s Perspective on Women in the Bible (Wheaton, IL: Crossway Books, 2009), 20–21.
  4. La Santa Biblia, Génesis 3:16.
  5. Ibid.
  6. Marilyn W. Edmunds y Laurie E. Scudder, “The Effect of Physical Symptoms in Pregnancy,” Medscape, 22 de abril de 2009, http://www.medscape.com/viewarticle/590356.
  7. Ibid.
  8. Stephen J. Lang, “The Biblical View of Sexuality,” The Christian Broadcasting Network, 1999, http://www.cbn.com/spirituallife/CBNTeachingSheets/promises_sexuality.aspx.
  9. Ed Wheat y Gaye Wheat, Intended for Pleasure: Sex Technique and Sexual Fulfillment in Christian Marriage, 4a ed.,(Ada, MI: Revell Books, 2010).
  10. La Santa Biblia, Mateo 22:36–40.
  11. Véase La Santa Biblia, Levítico 19, 23, 25 y Deuteronomio 24.
  12. James R. Baker, Women’s Rights in Old Testament Times (Salt Lake City: Signature Books, 1992).
  13. La Santa Biblia, Deuteronomio 25:5–10.
  14. Ibid., Deuteronomio 25:5.
  15. Ibid., Deuteronomio 25:6.
  16. Ibid., Génesis 38:9.
  17. Ibid., Génesis 38:10.
  18. Ibid., Romanos 13:8–10, 14:13–14.
  19. Crédito de Foto: motorolka / Shutterstock.com.