¿El Diablo es Real?

¿El Diablo es Real?

El diablo es sólo un mito creado por la iglesia, ¿correcto? La Biblia está en desacuerdo.

Existen dos errores iguales y opuestos que comete nuestra raza respecto a los demonios. Uno es no creer en su existencia. El otro es creer y sentir un interés excesivo y poco saludable en ellos. Los demonios están igual de complacidos con ambos errores.C. S. Lewis1

Si quieres demostrar que eres una persona culturalmente poco sofisticada—o simplemente extraña—una buena manera de empezar es afirmando que crees en el diablo.

La mayoría de la gente en el oeste no cree que Satanás es un verdadero ser viviente. “Él” es sólo una manera útil de simbolizar el mal en general.Incluso entre cristianos profesantes, sólo una minoría cree que el demonio es real.3

Tal vez, debido a la forma en la que el diablo es típicamente representado en la cultura popular, esto no debe sorprendernos. Menciona las palabras “diablo”, “demonio” o “Satanás” y la mayoría de nosotros piensa inmediatamente en un personaje caricaturesco de piel roja, cuernos negros y una barbilla de chivo desenfadada—tal vez inclusive una cola puntiaguda y un horcón tirado por ahí.

Además, el diablo es una patraña formada por aquellos en la iglesia que quieren que sigamos a su Dios y que hagamos lo que ellos dicen. Satanás no es más que una leyenda, un mito, una forma de manipulación.

El Diablo y la Biblia

Sin embargo, la Biblia se permite disentir. La evidencia bíblica sobre Satanás es clara. Satanás es descrito como un ángel, un ser creado por Dios, que aun así, se rebeló contra su creador.4 Está constantemente comprometido a una guerra contra Dios y contra todo lo que Dios creó. Según la Biblia, el diablo pretende voltear a hombres y mujeres contra Dios, atrayéndolas hacia la destrucción.5

La forma en la que la Biblia describe al diablo pone en manifiesto que de hecho es un ser personal y no un simple símbolo del mal.6 El diablo es presentado como un ser funcional, capaz de ejercer verdadera acción.

  • Él habla.7
  • Él miente.8
  • Él trabaja.9
  • Él compite contra los ángeles de Dios.10
  • Él desea.11
  • Él anda rondando.12
  • Él tiene diseños y planes para burlar a los creyentes.13
  • Él ciega las mentes de los incrédulos.14
  • Él asesina.15
  • Él se enoja.16
  • Él engaña.17

También lleva un número muy variado de nombres—de caracteres muy reveladores. Por ejemplo, la palabra “diablo” es la versión en inglés de la palabra griega “calumniador.” “Satanás” es la palabra hebrea de “adversario.” Él es “el tentador” y “el maligno.”18  Es “el gobernante (o príncipe) de este mundo” y “el Dios de esta era.”19

Si la Biblia es para creer en ella, él es muy real.

Jesús y el Diablo

Jesucristo sin duda creía en la realidad del diablo. Y aunque es fácil descartar su punto de vista como un producto meramente de su tiempo, es útil recordar que Jesús nunca se atenía o iba con las instrucciones de la corriente cultural. Fueron sus ataques abiertos contra el establecimiento religioso los que después de todo lo mataron.20

De hecho, la Biblia habla de las interacciones personales entre Jesús y Satanás. El Evangelio de Mateo describe vívidamente la tentación de Jesús por el diablo, y los métodos de Satanás no han cambiado mucho en dos mil años.

Esencialmente, el diablo nos promete poder como una manera de asegurárselo para sí mismo. Nos dice (como le dice a Jesús en Mateo 4), "Haz lo que te digo y te daré lo que quieras."21 El problema es que el diablo es un mentiroso empedernido.22 Su preocupación por nuestro bienestar es lo mismo que la preocupación de un tiburón por una sardina—inexistente. De hecho, él con mucho gusto nos devoraría.

Pero en su interacción, Jesús nos muestra la forma de combatir las tentaciones de Satanás. En cada una de estas tres tentaciones, Jesús resiste al diablo suplicando la palabra de Dios.23 Como un pequeño barco atrapado en una tormenta feroz, podemos perder nuestra orientación al despertar la tentación. En esos momentos, la palabra de Dios y nuestra fe nos mantienen en curso y alejados de las rocas.

El Diablo y Nuestra Respuesta

¿Cómo debemos reaccionar a todo esto?

La respuesta correcta, como lo sugiere C.S. Lewis, es equilibrada. No debemos obsesionarnos con el diablo—ya sea que venga de un lugar de miedo o de admiración. Pero tampoco debemos ingenuamente desecharlo como un vestigio de superstición primitiva. Después de todo, si alguien está empeñado con nuestra destrucción, sería un error decir que ese ser simplemente no existe. Por eso el apóstol Pedro exhorta a los creyentes: “Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar.”24

Pero si el diablo de hecho existe y esta implacablemente en contra de nosotros, ¿cómo podemos protegernos a nosotros mismos?

El problema es que el arma principal del diablo contra nosotros no es nada más espectacular que nuestro propio pecado y debilidad. Él no nos obliga a hacer algo que no queremos hacer. Pecamos porque queremos, y es nuestro pecado el que finalmente nos conducirá a nuestra destrucción. Por lo tanto, nuestra única esperanza es que, de alguna manera, nuestro pecado pueda ser algo con lo que podamos lidiar.

Afortunadamente, el Nuevo Testamento nos dice que esto es exactamente lo que Jesús hace para todos aquellos que se arrepienten y creen en él.

Cuando Jesús murió, murió “en rescate por muchos.”25 En este acto, Jesús tomó el castigo que todos merecemos por nuestros pecados, robando así el principal arma del diablo contra nosotros. Jesús murió para que “mediante la muerte, al que tiene el dominio de la muerte—es decir, al diablo—y librar a todos los que por temor a la muerte estaban sometidos a esclavitud durante toda la vida.”26 El apóstol Juan lo pone muy simplemente: "El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo.”27

¿Por qué necesitamos “estar alerta” si la muerte de Cristo ha “destruido las obras del diablo?” La imagen bíblica del diablo, este lado de la Cruz, es que él sabe que es derrotado—y ese conocimiento lo hace mucho más peligroso. Apocalipsis 12:12 dice que esta “lleno de furor, ha descendido a ustedes, porque sabe que le queda poco tiempo” Un enemigo que siente que no tiene nada que perder puede ser el enemigo más peligroso de todos.

Pero maravillosamente, su tiempo es corto. La Cruz lo garantiza. En lugar de tener una fijación con el diablo, mejor, debemos fijarnos en nuestra esperanza y confianza en aquel que lo ha derrotado.

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  1. C. S. Lewis, “Cartas del Diablo a su Sobrino” (The Screwtape Letters: Letters From a Senior to a Junior Devil) (Londres: HarperCollins, 1992), 9.
  2. Gustav Niebuhr, “Is Satan Real? Most People Think Not,” New York Times, 10 de mayo de 1997, http://www.nytimes.com/1997/05/10/us/is-satan-real-most-people-think-not.html.
  3. “Most U.S. Christians Don't Believe Satan, Holy Spirit Exist,” Christian Post, April 13, 2009, http://www.christianpost.com/news/most-u-s-christians-don-t-believe-satan-holy-spirit-exist-38051/.
  4. La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional (NVI) © 1999, 2 Pedro 2:4; Judas 6.
  5. De hecho, este es el primer acto que asociamos con Satanás cuando es mencionado en la Biblia por primera vez (Génesis 3, cuando es representado como una serpiente). Ver también Job 1; 1 Crónicas 21; Zacarías 3.
  6. Tomado de Did The Devil Make Me Do It? And Other Questions About Satan, Demons and Evil Spirits de Mike McKinley (Epsom, Surrey, UK: The Good Book Company, 2013), 17.
  7. La Santa Biblia,Mateo 4:6.
  8. Ibid., Juan 8:44.
  9. Ibid., 1 Juan 3:8.
  10. Ibid., Judas 9.
  11. Ibid., Juan 8:44.
  12. Ibid., 1 Pedro 5:8.
  13. Ibid., 2 Corintios 2:11.
  14. Ibid., 2 Corintios 4:4.
  15. Ibid., Juan 8:44.
  16. Ibid., Apocalipsis 12:12.
  17. Ibid., Apocalipsis 20:2–3.
  18. Ibid., Mateo 4:3; Mateo 6:13.
  19. Ibid., Juan 12:31; 2 Corintios 4:4.
  20. Véase por ejemplo, La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional (NVI) © 1999, Mateo 26:3–4, 59; Marcos3:6; Marcos 11:18.
  21. Ibid., Mateo 4:1–11.
  22. Ibid., Juan 8:44.
  23. Ibid., Mateo 4:4, 7, 10.
  24. Ibid., 1 Pedro 5:8–9.
  25. Ibid., Marcos 10:45.
  26. Ibid., Hebreos 2:15.
  27. Ibid., 1 Juan 3:8.
  28. Crédito de Foto: Jessica Islam Lia / Stocksy.com.