El Punto de Vista Cristiano del Divorcio

El Punto de Vista Cristiano del Divorcio

El divorcio puede ser difícil para todos los involucrados, pero, ¿es el divorcio es un pecado imperdonable?

En 1989 la doctora Diane Medved, psicóloga secular de Santa Mónica, California, publicó un polémico libro titulado The Case Against Divorce.1 Habiendo experimentado un divorcio ella misma, Medved argumenta que la mayoría de las parejas que recurren al divorcio lo hacen prematuramente—y a menudo innecesariamente. Su investigación indicó que “el proceso y secuelas del divorcio son tan generalizadamente desastrosas—para el cuerpo, la mente y el espíritu—que en un número abrumador de los casos, la “cura” que trae es sin duda peor que el mal del mismo matrimonio.”2

Todos sabemos lo devastador que puede ser un divorcio, pero las estadísticas de divorcio son algunos de los números de la Sociología más ampliamente debatidos. Decir que uno de cada tres matrimonios terminará en divorcio es decir nada sobre las posibilidades de supervivencia de un matrimonio particular. Muchas variables convergen en un matrimonio para hacer el divorcio más o menos probable.

La fe cristiana es una de las variables que mantiene el interés de los investigadores. ¿Acaso la fe en Cristo hace una diferencia marcada en la estabilidad de un matrimonio?

Fe y el Divorcio

Algunos afirman que estadísticamente los cristianos tienen la misma probabilidad de divorciarse que los no cristianos. De hecho, algunos estudios han indicado que los cristianos evangélicos son aún más propensos a divorciarse que sus contrapartes no cristianos.3 Otros sostienen lo contrario.

Sin embargo, cuando tomas en consideración sólo a los cristianos que participan activamente en la práctica de su fe, la tasa de divorcio cae drásticamente.4 Mientras que el nominal de la “fe cristiana” ofrece poca esperanza, aparentemente una vida de fe activa puede desempeñar un papel importante en ayudar a las parejas casadas a superar las dificultades de forjar una vida juntos.

Una de las razones por las cuales el divorcio y la fe cristiana son un tema tan intrigante es que es un tema sobre el cual la iglesia cristiana ha tomado una de sus posturas más rígidas. A pesar de su prevalencia tanto dentro como fuera de la iglesia, el divorcio—o el divorcio y volverse a casar—a menudo ha sido tratado como un pecado casi imperdonable. ¿Por qué esa postura tan feroz?

Dios Aborrece el Divorcio

El antiguo profeta hebreo, Malaquías, que enseñó al pueblo de Israel cerca de cuatrocientos años antes de Jesús, ofreció esta palabra a su pueblo: “Yo aborrezco el divorcio—dice el Señor, Dios de Israel.”5

Para ser claros, el profeta no dice que Dios odia a las personas que se han divorciado. Quiso decir que Dios odia lo que el divorcio genera (todo lo que conduce hasta él y todo lo que fluye de él) a los que él ama y a su propósito del pacto para el matrimonio.

El dolor de fracasar en un matrimonio corta profundo en la vida de los seres humanos, como lo señaló Medved. Los corazones de los hombres, mujeres y niños se rompen cuando existe un divorcio. El impacto de un divorcio puede continuar por muchos años—especialmente cuando están involucrados los hijos. Cuando se rompen promesas y pactos fácilmente, el mismo tejido de la sociedad se ve amenazado. Esto es parte de lo que Dios “aborrece” sobre el divorcio.

El Divorcio en el Antiguo Israel

En la antigua sociedad hebrea, el divorcio era particularmente difícil para la mujer. Ella podía quedar sin sustento, plagada de vergüenza y con el estigma—merecido o no—de que había sido infiel a su marido.6

La ley judía  permitía a un hombre divorciarse de su mujer (nunca al revés) mientras la mujer recibiera un certificado de divorcio, protegiéndola de alguna manera de estigmas sociales.7 Los rabinos (profesores judíos) quienes vivieron un siglo antes que Jesús debatieron la cuestión de las circunstancias bajo las cuales un divorcio era permitido según la ley.

La escuela del Rabino Hillel sostenía que un hombre podía divorciarse de su esposa por casi cualquier motivo. Por otro lado, la escuela del Rabino Shammai, argumentaba que la infidelidad de la mujer era la única base para el divorcio.

Jesús sobre el Divorcio

Esta ley y su aplicación son aludidas en la historia del nacimiento de Jesús en Mateo 1:18–25. José se entera de que María, con quien está comprometido para casarse, está embarazada. Aparentemente ella ha sido infiel en su compromiso con José. En consecuencia, él considera iniciar los trámites de divorcio, que incluso los seguidores del rabino Shammai habrían acordado era permisible. Sin embargo, después de ser advertido en un sueño que el niño en el vientre de María era el producto milagroso del Espíritu de Dios, José sigue adelante con el matrimonio.

Jesús mismo habló sobre el tema del divorcio en un par de ocasiones.8 Tú puedes oír el debate rabínico sobre el tema resonando en el fondo de sus comentarios.

Algunos funcionarios religiosos le preguntaron a Jesús si era permisible para un hombre divorciarse de su mujer “por el motivo que fuera” (la posición de Hillel).9 Jesús, aunque aparentemente se mantuvo del lado de Shammai diciendo que la infidelidad es la única causa de divorcio, llevó el asunto a un nivel más profundo.

Jesús dijo que la ley que permite el divorcio fue dada debido a que los corazones humanos son muy “difíciles” (es decir, egoístas y crueles).10 Esto significaba que, dada la condición espiritual de los seres humanos, el divorcio sería inevitable, así que la ley fue dada para proteger a las mujeres en la sociedad judía. La ley de Dios no aprobaba el divorcio o incluso tampoco lo requería en casos de adulterio; la ley regulaba el divorcio.

Entonces Jesús se refirió a algunos de los primeros versos de la Biblia—Génesis 2:18–25, específicamente. El recordó a sus oyentes que el propósito de Dios para el matrimonio desde el principio había sido que un hombre y una mujer vivieran juntos en fidelidad y amor para toda la vida. Para lograr ese objetivo, el corazón humano tendría que aprender el significado completo del amor.

Matrimonio Cristiano

Tal vez es aquí donde la práctica de la fe activa puede ayudar más. Cuando dos personas están verdaderamente comprometidas a seguir a Jesús como sus discípulos y buscan crecer espiritualmente, tienen bienes espirituales a su disposición. Estos recursos les ayudan a lidiar de manera más compasiva, amable y amorosa tanto con sus propios fracasos y defectos como con los de su cónyuge.

Aunque ser cristiano no inocula a una pareja en contra del divorcio, éstos pueden encontrar algunos recursos en su fe para ayudarlos a mantener sus votos matrimoniales cuando por el contrario, ya se hayan dado por vencidos.

En la vida de los cristianos practicantes, la oración desempeñará un papel vital en el trato de los típicos problemas que traen tensión a la mayoría de los matrimonios: las finanzas, la crianza de los hijos, la relación con los suegros, lidiar con la sexualidad.11 Los cristianos practicantes trabajan en el perdón, un componente necesario en la vida familiar que puede prevenir que el resentimiento y la amargura erosionen la relación.12 La sumisión y aprender a ser feliz sin la necesidad de hacer las cosas a la manera de uno mismo, es una virtud cristiana que ambos esposos y esposas pueden aprender a demostrar.13

Los cristianos activos tendrán también amistad y comunidad con otros cristianos que pueden proporcionar un oído para escuchar y consejos sabios cuando la vida familiar es difícil. Sobre todo, los cristianos tienen la total seguridad de que Dios ha prometido su presencia continua, su gracia, sabiduría, consuelo y liderazgo a todos aquellos que confían en él.

¿Es Imperdonable el Divorcio?

Aquellos que han experimentado el dolor del divorcio necesitan escuchar que el divorcio nunca se presenta en las Escrituras cristianas como un pecado imperdonable. Es un pecado como todos los demás pecados, porque cae debajo del deseo amoroso de Dios y su plan para nosotros.

Pero Dios perdona el pecado. Muchos han conocido la gracia de Dios en medio del divorcio y sus secuelas. Les ha ayudado a recuperarse de un fracaso matrimonial y a establecer un matrimonio perdurable centrado en cristo.

En Dios siempre hay esperanza, siempre está la promesa de redención, siempre está la fuerza para enfrentar todos los desafíos de la vida.

  1. Diane Medved, The Case Against Divorce (Nueva York: Dutton Adult, 1989).
  2. Ibid., 4.
  3. Terry Goodrich, “Evangelicals Have Higher-than-average Divorce Rates, According to a Report Compiled by Baylor for the Council on Contemporary Families,” Baylor University Media Communications, consultado el 5 de febrero de 2014, http://www.baylor.edu/mediacommunications/news.php?action=story&story=137892.
  4. Glenn T. Stanton, “The Christian Divorce Rate Myth,” Crosswalk, 20 de marzo de 2012, http://www.crosswalk.com/family/marriage/divorce-and-remarriage/the-christian-divorce-rate-myth.html.
  5. La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional (NVI) © 1999, Malaquías 2:16.
  6. Eugene H. Merrill, Deuteronomy: An Exegetical and Theological Exposition of Holy Scripture (The New American Commentary), vol. 4 (Nashville: Broadman & Holman Publishers, 1994), 318.
  7. Véase La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional (NVI) © 1999,Deuteronomio 24:1–4.
  8. Véase, por ejemplo, La Santa Biblia, Mateo 5:31–32 y 19:1–9.
  9. The Holy Bible, Matthew 19:3.
  10. Ibid., Mateo 19:8.
  11. Ibid., Filipenses 4:6–7.
  12. Ibid., Efesios 4:31–32.
  13. Ibid., Efesios 5:21–33.
  14. Crédito de Foto: Joselito Briones / Stocksy.com.