Una Mirada más Profunda a: ¿Qué dice la Biblia acerca de la Felicidad?

Una Mirada más Profunda a: ¿Qué dice la Biblia acerca de la Felicidad?

Todo el mundo quiere ser feliz. ¿No es esa la meta más grande en la vida?

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No te preocupes, sé feliz. (Don’t worry, be happy).Bobby McFerrin1

Recuerdo haber escuchado la optimista canción previamente citada cuando tenía siete años de edad en Nueva Inglaterra. El suave reggae me atrajo, y la letra parecía bastante buena. Y yo no era el único al que le había llamado la atención la canción pop de McFerrin.2 Ésta se convirtió en un meme cultural. Fue el primer tema a capela, número uno en las listas del Billboard Hot 100 y sin duda alguna, dio paso a miles de grupos que cantaban a capela.

No era sólo el estilo de la canción sino también su contenido con el cual los oyentes se conectaron. La humanidad está programada para buscar la felicidad. Siempre la estamos buscando, ya sea que lo sepamos o no. No se nos tiene que decir que debemos buscar la alegría y el placer. No existe una capacitación para niños sobre el tema. Ninguno de nosotros tuvo que sentarse a la edad de dos o tres años en un Centro Orwelliano de Educación de la Felicidad a ver videos que nos instruían dogmáticamente de cómo ser felices lo antes posible. No se nos otorgan Pulseras de Responsabilidad de Felicidad que nos dan descargas eléctricas si no somos felices.3

Simplemente queremos ser felices naturalmente, instintivamente y pre cognoscitivamente. Así que buscamos la felicidad, como siempre lo hemos hecho.

Si se Siente Bien; Hazlo

Esta búsqueda ha tomado forma en diferentes lugares de acuerdo a diferentes tendencias. El campo filosófico griego conocido como los epicúreos, por ejemplo, abogaba que este placer es el más alto bien en la vida. Liderados por el filósofo griego Epicuro (341-270 A.C.), esta escuela buscaba tanto tranquilidad como ausencia de dolor físico.4 Aunque Epicuro impulsara el bien de moderar la búsqueda de placer, muchos de los que históricamente gravitaron a la filosofía “Epicúrea” adoptaron un estilo de vida hedonista. Se alejaron de un estilo de vida sobrio y ético y adoptaron los instintos naturales y apetitos que parecen prometer felicidad.

Si eso suena técnico, no necesita serlo. El credo hedonista es básicamente esto: Si se siente bien, hazlo. Como un médico solicitando insistentemente a un paciente que surta una receta, muchas voces influyentes durante siglos han instado esta actitud. El emperador romano Domiciano, por ejemplo, colgó una pintura que personificaba la muerte en su casa para recordar a los invitados de la necesidad de vivir plácidamente mientras todavía hubiera tiempo.5

Esta filosofía persistió a través de los años. En el siglo XVIII, el ilustre filósofo La Mettrie coincidió: “La naturaleza nos creó a todos exclusivamente para ser felices,” y nos dejó para encontrar la felicidad como nos plazca.6 A finales del siglo XIX, el talentoso escritor y libertino Oscar Wilde expresó la misma perspectiva. En “Un Marido Ideal” (An Ideal Husband), el personaje de Wilde, Lord Goring argumenta: “El placer es lo único por lo cual vivir. Nada envejece como la felicidad.”7 Wilde afiló el punto en “Una Mujer Sin Importancia” (A Woman of No Importance), hablando a través del personaje de Lord Illington: “La moderación es una cosa fatal, señora Hunstanton. Nada tiene tanto éxito como el exceso.”8 Aquí se presenta el hedonismo en cantidades digeribles: Mereces ser feliz, así que deberías hacer lo que quieres hacer.

Cultura Pop y Felicidad

Uno no necesita dirigir un imperio mundial o escribir literatura clásica para servir como portavoz del hedonismo. Brincándonos un siglo o dos, podemos encontrar muchas voces prominentes culturales que defienden la búsqueda desenfrenada de placer en nuestros días.

En las estaciones de radio pop, por ejemplo, escuchamos a cantantes celebrando la búsqueda extrema de placer en canciones como Die Young(“Morir Jóvenes”) de la cantante Ke$ha:9

Corazones jóvenes, fuera de control
Corriendo hasta que estemos fuera de tiempo
Niños salvajes, luciendo bien
Viviendo duro justo como deberíamos
No te preocupes por quién esté mirando
Cuando estemos acabando con todo
Sabes que esa magia que tenemos
Nadie puede tocarla
Buscando un poco de problemas esta noche
Toma mi mano, te enseñaré el lado salvaje
Como si fuera la última noche de nuestras vidas...
Así que mientras estás aquí en mis brazos
Aprovechemos al máximo esta noche como si fuéramos a morir jóvenes.

Tratando de llenar los vacíos, la cosmovisión esencial aquí es la siguiente:

  1. Todo somos sólo materia.
  2. No somos éticamente responsables de nada.
  3. Además, todos vamos a morir, y muy probablemente podríamos morir jóvenes.
  4. Así que vamos a vivir a lo grande, con especial énfasis en el placer sexual y corporal.10

Hay mucho que procesar aquí—a pesar del tono jovial y el ritmo fuerte diseñado para ayudarnos a ignorar nuestros cuidados y centrarnos en nuestros deseos. Tus canciones pop promedio pueden no parecer filosóficas pero, de hecho, muy a menudo lo son—al menos en el sentido que revela lo que la cultura actual valora y alienta. Esto es cierto incluso para Ke$ha. En “Morir Jóvenes,” no existe autoridad superior o gobierno sobre la existencia humana. Nadie habla de las almas y por lo tanto, la inminente muerte no tiene significado duradero para el público de Ke$ha. De hecho, debido a que la muerte es una realidad establecida, uno puede incluso vivir de tal manera que potencialmente apresure su llegada. En términos fisiológicos brutos, esto bien podría suceder cuando se lleva un estilo de vida de fiesta, negligencia general de los patrones de una vida estable y un apetito sexual desenfrenado.

La Cuestión del Sexo: ¿Por qué es tan Importante para la Felicidad?

Esta última parte de la cosmovisión básica de Ke$ha es curiosa. ¿Por qué conectar el morir jóvenes con la gratificación sexual y corporal? ¿Por qué no Ke$ha—y muchos otros artistas—escribe una canción conectando su mortalidad a, digamos, leer una gran obra de ficción cerca de un arroyo tranquilo en un valle boscoso? ¿No podía la cantante de pop haber instado a sus oyentes a los simples placeres de la artesanía en madera, la rayuela, el tenis o la filatelia? (Que, por cierto, es una canción pop que quisiera escuchar: “Filatelia hasta que Muramos.”

Hay algo innato en muchos de nosotros que nos lleva a amar el sexo. La búsqueda del hedonismo, con considerable atención dedicada a los deseos del cuerpo, es sin duda una de las formas de vida más comunes conocida por la humanidad. Esto no quiere decir que todo el mundo vive como una estereotipada estrella de rock. La mayoría no. Pero muchos de nosotros sentimos el llamado a una forma de vida éticamente irresponsable, de “todo puede pasar,” en la cual satisfacemos los deseos de nuestra carne. Muchos líderes culturales, nos han dicho que esto es la felicidad. Incluso, nos dicen que esto no es sólo la felicidad, sino la vida misma. Ser libres, hacer lo que queramos, tener relaciones sexuales sin límite o inhibiciones—esto es lo que significa vivir de verdad.

Es casi imposible sobreestimar lo infiltrado que está este argumento en muchas culturas hoy en día.

Y Tu Mejor "Yo" Ahora: Felicidad a través de la Mejora Moral

Desde luego, no todo el mundo es hedónicamente atraído al sexo. Hay culturas enteras, filosofías y religiones que no celebran el sexo como el Occidente moderno lo hace; en algunos, renunciar al sexo es en realidad un catalizador a la felicidad. Incluso en la actualidad en el Occidente, hay un movimiento hacia un estilo de vida más tranquilo, más simple. El libro de Gretchen Rubin “Objetivo: Felicidad” (The Happiness Project) busca, fundamentalmente, ayudarnos a adoptar una vida más tranquila, más auténtica. Aquí está lo que Rubin dice sobre su diaria y paciente búsqueda de la felicidad:

Algunas cosas que he tratado de dejar de hacer—no que lo haya conseguido, pero he logrado algunos progresos: dejar de chismear, dejar de comer comida artificial (por ejemplo, “comida” que viene en paquetes arrugados de lugares delicatesen), fastidiar, consumir alcohol (tuve que enfrentar el hecho de que beber cualquier poca cantidad de alcohol me hace increíblemente beligerante), perder mi temperamento, desvelarme, no usar hilo dental, no hacer lo suficiente para ayudar a otras personas, dejar mi ropa esparcida en todos lados—bueno, la lista sigue y sigue.11

La versión de Rubin de la vida agradable es totalmente diferente a la de Ke$ha. Esto no es hedonismo corporal crudo; Esto es felicidad por medio de la mejora personal. La idea central aquí es que eliminar hábitos negativos de la vida de uno conducirá a una mayor felicidad. En lugar de rendirse a su instinto crudo—chismear, comer alimentos repugnantes y otros más—como Ke$ha, Rubin busca cortarlos de raíz. Esto es parte de un pensamiento positivo, parte de una terapia personal y parte de un moralismo.

Estos dos enfoques encajan dentro de la amplia visión epicúrea; representan—casi 2,500 años después de que Epicuro abriera su boca por primera vez—distintos polos de una vida conducida por la felicidad. Estas cosmovisiones—apetito de hedonismo gratificante y mejora de auto purificación—continúan atrayendo muchos seguidores en nuestros días.

Tal vez te hablen a ti.

“El Norte Verdadero”

Estas visiones del mundo son radicalmente diferentes pero comparten un mismo objetivo: Ser insuperable e infinitamente feliz. Todos tenemos distintos temperamentos; venimos de diferentes procedencias; llevamos diferentes cicatrices. La mayoría de nosotros, sin embargo, busca una alegría generalizada. Desde nuestra propia perspectiva, somos como el escritor inglés C. S. Lewis, quien periódicamente sentiría un deseo de ir a una tierra ficticia que llamó “Norte Verdadero” un mejor lugar que ningún otro que conociera.12Nadie le había dicho a Lewis que debía querer ir allí; él tuvo un llamado instintivo a esta reserva misteriosa de deleite puro y felicidad inmarcesible.

Ya sea que busquemos esta sensación a través de un bajo retumbante en una fiesta de 100,000 personas, en una relación romántica, en un buen libro o por medio del servicio a la comunidad, no debemos olvidar esto: Todos buscamos lo mismo. Todos queremos felicidad verdadera e inmarcesible.

Sin embargo, existe una tensión en la mayoría de nosotros cuando se trata de felicidad—en algún punto entre Ke$ha y Rubin. Queremos alegría ininterrumpida, sí; pero también sentimos este raro, difícil de explicar llamado hacia la moralidad, justicia e incluso el amor hacia otros. De hecho, nos encontramos sintiéndonos felices cuando actuamos correctamente, cuando servimos a otros.

Por supuesto, no nos entregamos naturalmente a la moralidad ilimitada. La mayoría de nosotros nos encontramos en el medio, viviendo en la tensión. A veces satisfacemos nuestra lujuria y eso se siente bien (por un tiempo). A veces tratamos de superarnos y ayudar a otros, y eso también se siente bien (hasta que nos aburrimos y queremos jugar). ¿Por qué muchos de nosotros somos una extraña mezcla de estos dos instintos?

El Inventor de la Felicidad

Estamos hechos para ser trascendentalmente felices tanto disfrutando de los dones del cuerpo como buscando la transformación personal y social. Este es el giro: La felicidad no es una u otra. Es ambas.

Los cristianos creen que Dios—quien creó todas las cosas y gobierna todas las cosas—planeó esta extraña e irónica realidad. Es peculiar; puede ir contra de gran parte de lo que te han dicho; Pero los cristianos creen que es gloriosamente cierto. Dios quiere que seas feliz.

Tal vez a este grado te sientes escéptico. Tal vez has tenido algún conocido con enseñanzas cristianas, y estás pensando: Esto no está bien. Yo aprendí todo esto hace años, y el amigo cristiano que conocía dijo que el placer es malo, que sólo la santidad es buena.

Pues bien, querido pensador, tengo noticias para ti: Voy en el camino opuesto. Creo que placer, contrario a lo que pudiste haber oído, es bueno. Increíblemente bueno. Déjame profundizar más: Yo creo que Dios—no Playboy o Kanye o Epicúreo—creó el placer. Y aquí está el problema real: Lo hizo porque en realidad quiere que seamos felices.13

Me lees bien. Dios no nos quiere temblorosos en una esquina, asustadizos pero obedientes. Quiere dar rienda suelta a la felicidad en nuestras vidas, verterla en todos los aspectos de nuestro ser, inundar nuestros días con alegría que el mundo pueda tocar o llevarse. Este es el Dios de la Biblia. Olvida lo que has escuchado: Él mismo es un Dios alegre, y quiere más que nada hacer que aquellos que persiguen la felicidad mundana sean verdadera y profundamente alegres.

¿Pero cómo exactamente encontramos la Felicidad?

Aquí está el misterio en el corazón del cristianismo bíblico: Tú serás feliz a través de la santidad.

El estado del mundo no siempre fue como es ahora. De acuerdo al relato bíblico de la creación, los seres humanos originalmente existieron en estrecha relación con Dios, en un mundo libre de  dolor y sufrimiento. Sin embargo, Adán y Eva cayeron presos de la tentación y decidieron desobedecer deliberadamente a Dios. Como resultado, el pecado original fue introducido al mundo. Cada uno de los seres humanos se hizo corrupto y pecaminoso por el pecado de Adán.14 Naturalmente nos inclinamos hacia el pecado, que nos conduce a la destrucción eterna fuera de la misericordia de Dios.15 También significa que nuestros instintos, apetito y sed de placer están desordenados. Adoramos cosas que no son Dios, el único que merece ser adorado. Idolatramos el sexo, el dinero, la disciplina o incluso la misma felicidad.

Pero la Biblia tiene buenas noticias para los pecadores; nos muestra el camino a la alegría. La manera de ser felices se presenta de manera simple en las escrituras: la obediencia a Dios es placer. La fe en Cristo es alegría. El salmista dice a Dios con evidente placer: “Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.”16

Seguir al Señor no significa que la vida se convierte en una especie de experiencia espiritual de vapor, donde, si vives obedientemente flotas dos pulgadas del suelo—y si no estás rezando lo suficiente, entonces sólo una pulgada. Aquí aprendemos que Dios es el autor del placer.  Él es el súper inteligente ser que lo creó primero. Desde esta perspectiva, la razón por la que genéticamente no podemos rastrear la causa de la felicidad es porque viene de orígenes más altos.

Dios es infinitamente feliz él mismo. En el punto de vista cristiano, el Padre, Hijo y Espíritu comparten comunión perfecta e ininterrumpida. Porque son divinos, se deleitan uno en el otro. La Santísima Trinidad es, según el teólogo Jonathan Edwards, “una sociedad feliz de las personas.”17

Una Fuente de Agua Averiada

¿Qué importancia tiene esto para ti y para mí? Porque cuando nos convertimos en cristianos, podemos saborear la felicidad que fluye como un río caudaloso de la Trinidad.

Es como si toda nuestra vida hubiéramos estado bebiendo de un bebedero oxidado en un caluroso día de verano. Conoces la fuente—me refiero al tipo que a veces dispara un enorme e indeseado chorro de agua en la nariz, pero más frecuentemente produce un hilo tan débil que tienes que poner tu boca alrededor de casi toda la espita para lograr un sorbo. Conocer a Dios como tu salvador es muy diferente. En lugar de golpear una decrépita fuente para obtener placer, nos sumergimos en una corriente cristalina de deleite. El río nunca decae y nunca nos agotamos de él.

¿Pero cómo exactamente ocurre esto de “ser felices en Dios”? La Biblia responde a esta pregunta directamente. “Me regocijo en el camino de tus estatutos más que en todas las riquezas,” escribe el salmista.18 “¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día medito en ella.”19 Estos textos nos muestran que crecemos felices en Dios a través de su palabra. La obediencia a Dios es lo que nos hace felices. Vivir de acuerdo a su sabiduría es lo que nos trae alegría. Perseguir a la justicia y vivir generosamente es lo que nos concede liberación.

¿Significa esto que simplemente firmamos una tarjeta de “Adorador de Dios” y después nos disponemos a hacer cualquier tipo de obras buenas que podemos encontrar? ¿Es así cómo llegamos a ser felices y Santos? Las Escrituras responden a esta importante pregunta, también. En Hebreos 12:1–2, encontramos la fuente tanto de nuestra felicidad como de nuestra santidad:

Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.20

Estos dos versículos están cargados de significado con respecto a nuestra búsqueda de la felicidad. Nos muestran varias cosas. En primer lugar, no sólo está bien sino que es correcto buscar la alegría. Jesús lo hizo. Por eso fue a la cruz. En segundo lugar, la alegría se define aquí (y en otros lugares), no en términos de ser libres de hacer lo que queramos, sino más bien en términos de obedecer la voluntad perfecta de Dios. El acto de la crucifixión en sí mismo no trajo alegría a Jesús; el acto de obediencia a la voluntad del padre trajo alegría infinita a Jesús.21 En tercer lugar, Jesús no sólo es nuestro ejemplo como un buscador de alegría, sino que también el medio por el cual conoceremos al Señor y degustaremos los placeres de la obediencia.22

Cristo es el “pionero y perfeccionador de nuestra fe,” una frase que significa que su muerte y resurrección son nuestra salvación. Somos salvados al confiar en su muerte por nosotros y en nuestro nombre y en su resurrección, que nos da vida y victoria sobre la muerte, el pecado y Satanás. La obra de Cristo, entonces, es el motor de nuestra obediencia. Si nos arrepentimos sin fe en él, no podremos agradar a Dios o seguirlo.

Felicidad Santa a través de la Cruz

Así que, aquí está la sorprendente noticia: Dios nos llama a ser santos, nos bendice con felicidad a través de la santidad y nos da toda la fuerza que necesitamos para ser santos. Felicidad santa—o santa felicidad—está disponible a través de la Cruz.

Esta forma de vida nos permite disfrutar del mundo tal como es. Reconocemos que Dios ha creado el mundo para su gloria y nuestra felicidad. El regalo del gozo físico y el placer viene de él, no de la mirada lasciva de un productor de cine. La capacidad de cambiar nuestros hábitos y ser holísticamente saludables proviene de la sabiduría de Dios Todopoderoso, no de un programa de superación personal que muy probablemente abandonaremos en algún momento. En el descubrimiento de Dios y su bondad, encontramos una manera de acertada y saludablemente disfrutamos de los placeres de este mundo.

Nuestros apetitos y hambre de placer no son malos. Son instintos dados por Dios. Pero también deben ser dirigidas a Dios y ordenados por Dios. En otras palabras, la buena noticia de Cristo reordena nuestro mundo y nos permite ser más felices en las cosas que son lo mejor para nosotros y que son más dignas de nuestra atención. En lugar de rendir culto al cuerpo, adoramos a Dios y sólo a Dios. En lugar de divinizar una causa social, reconocemos al señor como la única realidad que vale la pena para vivir. En lugar de una búsqueda genérica de la felicidad por encima de todo, seguimos a Jesucristo—y encontramos gozo impugnable en él.

Cualquier otra Búsqueda de la Felicidad Falla

Hay infinidad de maneras en las que la humanidad busca felicidad. Sin embargo, dos de las más comunes, son el hedonismo y la superación personal. Encontrarás estas búsquedas con diferentes nombres, pero muchos de nosotros somos atraídos ya sea, a la satisfacción de nuestros deseos o a la represión moralista de esos deseos. Ninguno de los dos enfoques de la vida nos deja eternamente felices

Aquellos que son atraídos al estilo de vida de una celebridad de exceso incontrolado sólo necesitan ver el último titular para darse cuenta que la búsqueda desenfrenada de placer no nos satisface. Nos destruye. El camino más tranquilo no produce tantas visitas a la página (page views), pero puede dejar el alma encogida. Vamos buscando la felicidad y nos encontramos no con el Dios trascendente que nos creó y nos gobierna, sino con nosotros mismos. Ambos enfoques de la felicidad sin duda, se sentirán bien en cierto momento. Pero tampoco satisface eternamente.

Los cristianos creen que esto es porque estamos hechos para algo más grande. Que fuimos hechos para perdernos en un Dios majestuoso que es salvador de almas y rehace al mundo. Ese instinto en nosotros que muchos de nosotros sentimos—lo que C. S. Lewis llamó el deseo del Norte Verdadero—se nos da para señalar la insuficiencia humana. Queremos y necesitamos algo más grande, algo puro, una fuerza que nos arruine y nos restaure simultáneamente. Esto es Dios y Dios únicamente. Él es la causa de la verdadera felicidad, y es la felicidad misma.

Conclusión

Dicho todo esto, debemos saber que al seguir al Señor con fe, no estamos inscribiéndonos a una vida fácil o sin dolor. El hambre de alegría de Jesús lo llevó no a un trono con aire acondicionado sino a una cruz ensangrentada. Ninguno de nosotros conoce lo que el Señor nos llevará a hacer en esta vida. Sin embargo, sabemos que si la alegría le costó la vida a Jesús, seguramente nos costará algo a nosotros también.

Pero después de esta existencia terrenal, conoceremos a nuestro Señor y moraremos con él en un mundo de amor—un cielo nuevo y una tierra nueva, donde “no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor.”23 Allí, no puede entrar preocupación. Porque por Cristo, el centro de este mundo, todos—sin excepción o disminución—seremos felices.

  1. Bobby McFerrin, “Don’t Worry, Be Happy,” Don’t Worry, Be Happy, Manhattan Records, 1988.
  2. La canción se hizo tan grande que inspiró un libro “espléndidamente ilustrado” por McFerrin. Bobby McFerrin, Don’t Worry, Be Happy (Nueva York: Delacorte, 1989).
  3. Esta es una referencia a la novela de George Orwell 1984 (Londres: Secker & Warburg, 1949).
  4. Para obtener más información sobre Epicuro, véase a Richard W. Hibler, Happiness Through Tranquillity: The School of Epicurus (Lanham, MD: University Press of America, 1984).
  5. Véase Adam Clarke, Commentary on the Bible, vol. 4, (1831; republicado GraceWorks Multimedia, 2011), entrada para Isa. 22:13.
  6. Julien Offray de La Mettrie, La Mettrie: Machine Man and Other Writings, ed. Ann Thompson, Los Textos de Cambridge en la Historia de la Filosofía (Cambridge: Cambridge University Press, 1996), 22.
  7. Oscar Wilde, “Un Esposo Ideal” (An Ideal Husband ) (1893; republicado London: Methuen and Co., 1912), disponible en http://www.gutenberg.org/files/885/885-h/885-h.htm.
  8. Oscar Wilde, “Una Mujer Sin Importancia,” (A Woman of No Importance) (1893; respublicado Project Gutenburg, 1997), disponible en http://www.gutenberg.org/cache/epub/854/pg854.html.
  9. Ke$ha, “Morir Jóvenes” (Die Young) Warrior, RCA Records, 2012. La canción alcanzó el no. 2 en las listas de Billboard Hot 100 chart.
  10. Para una crítica de esta cosmovisión expresada en términos académicos, véase James Sire, The Universe Next Door: A Basic Worldview Catalog, 4a ed.(Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2004), 68–76.
  11. Gretchen Rubin, “It’s Friday: think about YOUR Happiness Project. What’s making you ‘feel bad’?” Sitio Web: The Happiness Project, (“Objetivo: Felicidad”) 2 de noviembre de 2007, disponible en http://www.happiness-project.com/happiness_project/2007/11/its-friday-thin/. También véase Rubin, The Happiness Project: Or, Why I Spent a Year Trying to Sing in the Morning, Clean My Closets, Fight Right, Read Aristotle, and Generally Have More Fun (NuevaYork: Harper, 2011).
  12. Para un debate muy útil e inspirador del anhelo de Lewis por un mundo mejor (un anhelo que lo llevó a la fe cristiana), véase Alister McGrath, C. S. Lewis: A Life (Ada, MI: Bethany House, 2013), 131–59. Si alguna vez han anhelado algo mayor de lo que tienes y sentiste agitaciones difíciles de explicar por una misteriosa alegría, este material será profundo.
  13. Para una fácil lectura y comprensión de cómo el cristianismo está a favor del placer, véase Owen Strachan y Douglas Sweeney, Jonathan Edwards on the Good Life (Chicago, IL: Moody, 2010), un libro que forma parte de un conjunto más amplio llamado “Essential Edwards Collection.”
  14. Véase La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional (NVI) © 1999, Romanos 5.
  15. Ibid., Salmos 14:3.
  16. Ibid., Salmos 16:11.
  17. Gerald McDermott, One Holy and Happy Society: The Public Theology of Jonathan Edwards, (University Park, PA: Pennsylvania State Press, 2005).
  18. Ibid., Salmos 119:14.
  19. Ibid.,Salmos 119:97.
  20. Ibid., Hebreos 12:1–2.
  21. Ibid., Juan 15:11.
  22. Para un relato de cómo todas nuestras vidas pueden ser conducidas por la alegría, véase John Piper, Desiring God: Meditations of a Christian Hedonist (Nueva York: Doubleday, 2011). Véase también John Piper, Don’t Waste Your Life (Carol Stream, IL: Crossway, 2003).
  23. La Santa Biblia, Apocalipsis 21:4.
  24. Crédito de Foto: dwphotos / Shutterstock.com.