¿Nos ha dejado Dios a nuestra Propia Suerte?

¿Nos ha dejado Dios a nuestra Propia Suerte?

El deísmo manifiesta que Dios creo el mundo y luego nos dejó solos. ¿Es esto verdad?

Tenía solo quince años cuando… algunos libros sobre el deísmo cayeron en mis manos… Sucedió que produjeron un efecto en mí muy contrario a lo que intentaban; ya que los argumentos de los deístas, que eran citados para ser refutados, me parecieron mucho más sólidos que las refutaciones; en breve, muy pronto me convertí en un deísta practicante.Benjamin Franklin1

La experiencia de Franklin no es única. Durante el Siglo XVIII, el deísmo arrasaba la élite intelectual en sitios como Inglaterra, Francia y América. Muchos adoptaban esta nueva manera de entender a Dios y al mundo. En efecto, la mayoría de los Padres de la Patria, como Franklin, eran deístas.2

El deísmo es la creencia de que hay un Dios quien creó el mundo, pero no interviene en sus asuntos. El deísmo tradicional tiene otros principios, pero su visión de Dios como una deidad distante es la que más se destaca.3 Y mientras unas cuantas personas ya no se denominan deístas filosóficos, muchas continúan luchando con esta pregunta tan importante: ¿Dios puso el mundo en movimiento y después nos dejó solos?

A Favor del Deísmo

La idea de que Dios puso el mundo en movimiento y lo dejó a su propia suerte tiene algunas fortalezas. Para empezar, el deísmo empieza con creer en Dios. Ciertamente, en la actualidad muy pocas personas se suscriben íntegramente al ateísmo en el sentido de que creen, absolutamente, que no hay un Dios. La mayoría de las personas creen que existe un poder superior y gran parte del resto de las personas cree que sencillamente no podemos saber si existe o no.4 Aunque llamen a Dios por nombres diferentes y tengan opiniones distintas de lo que él (o ella) aparenta ser, casi todas opinan que la belleza y el diseño de la naturaleza misma son evidencia de que un Dios poderoso creó el mundo.

Pero independientemente de nuestras grandes ideas sobre Dios, todos vivimos en un mundo gobernado por las leyes predecibles y científicas de la naturaleza. Nunca hemos visto una manzana caer de un árbol, o un pedazo de papel que resista un fuego, o que el tiempo transcurra hacia el pasado. Y aunque habramos podido usar la palabra “milagro” en algún momento, casi ninguno de nosotros ha experimentado un suceso milagroso genuino que trascienda la ley científica.

Así es que lo que hace más sentido es la idea de que Dios puso el mundo en movimiento, pero ahora lo deja a su propia suerte conforme a las leyes de física, biología, química y otras similares. El deísmo aparenta ser pertinente con nuestra experiencia humana de todos los días.

Lo más importante es que el deísmo defiende la responsabilidad humana. Si Dios puso el mundo en movimiento y lo ha dejado a nuestra suerte, no podemos culparlo por nuestros problemas. Tampoco podemos contar con él para que arregle las cosas mágicamente. Nos corresponde a nosotros, somos responsables del destino de nuestras vidas, familias, ciudades y del planeta. No es solo responsabilidad; es empoderamiento. Y muchos americanos, ya sea que abracen el cristianismo o alguna otra religión, son deístas prácticos en este sentido.5

Algunos Puntos Débiles

No obstante, hay algunas razones de peso para contradecir la idea de que Dios meramente puso al mundo en movimiento y nos abandonó a nuestra propia suerte. En su punto de partida más sencillo—y háganme caso en cuanto a esto—el deísmo está en conflicto con las enseñanzas de casi todas las religiones del mundo.

Por ejemplo, la Biblia presenta a un Dios que está comprometido con los asuntos humanos: escucha y responde a la oración, muestra su misericordia y gracia, da justicia a los oprimidos y, más importante aún, se convierte en humano en la persona de Jesucristo.6 Otras religiones como el judaísmo, el islam y el hinduísmo también proponen creencias de que la divinidad está íntimamente relacionada con las vidas de las personas.

Por supuesto, esto no hace que el deísmo sea falso; es completamente posible que las enseñanzas de la mayoría de las religiones universales estén incorrectas, pero sí revela que la idea de un Dios que abandona al mundo a su propia suerte no es coherente con la tradición religiosa y el pensamiento religioso a lo largo de la historia y es, en gran medida, un producto de la filosofía moderna de la Ilustración.

En segundo lugar, en el fondo, el deísmo proyecta a Dios como lejano, distante, impersonal e inaccesible. No hay lugar para la oración con un Dios que nos ha abandonado. No hay posibilidad de obtener compasión, gracia, solidaridad de Él. Es solo un creador poderoso, pero nada más que eso. No hay muchos que sientan consuelo con esta visión de Dios.

¿Qué beneficio nos da el poder de Dios si ni ayuda ni apoya su creación? ¿Qué fuente de esperanza tenemos cuando la gente nos falla y los sistemas humanos siguen siendo injustos? ¿En qué sentido se le puede llamar Padre a Dios si no le importan sus hijos? Y hablando con más lógica, ¿cuál es la idea de la creación si Dios iba a abandonarnos?

Sencillamente desear un Dios compasivo, interactivo, no hace que su existencia sea real, pero para muchos de nosotros, la creencia que estamos solos en este mundo no hace sentido en lo más profundo de nuestras almas.

Finalmente, la visión de que Dios ha abandonado al mundo a su propia suerte propaga el potencial de orgullo y terror humano. Por un lado, creemos que todo el éxito, el progreso y la buena fortuna son el resultado de nuestro trabajo duro y gran esfuerzo. Nos damos una palmadita en la espalda y sentimos más confianza en nuestros propios logros. Esta clase de orgullo en la asombrosa naturaleza del progreso humano fue lo que impulsó el movimiento de la Ilustración. También se derrumbó cuando el Siglo XX reveló cómo el “progreso” podía resultar en guerras mundiales, el colapso económico, la limpieza étnica y las bombas atómicas.

Claro, es posible que Dios creara el mundo, lo pusiera en movimiento y nos abandonara a nuestra propia suerte. También es posible que Dios desee estar involucrado y comprometido con nuestras vidas. En ausencia de prueba incuestionable, ambos puntos de vista requieren fe. La pregunta es: ¿En qué visión pondremos nuestra fe?

  1. Benjamin Franklin, The Autobiography of Benjamin Franklin (Boston: Houghton, Mifflin, and Company, 1886), 77–78.
  2. Para obtener información de antecedentes acerca de este asunto, ver: Steven Waldman, Founding Faith: How Our Founding Fathers Forged a Radical New Approach to Religious Liberty (New York: Random House, 2008).
  3. Se puede encontrar un historial útil de los orígnes históricos del deísmo según surgió del cristianismo en: James C. Livingston, Modern Christian Thought, Volumen 1: The Enlightenment and the Nineteenth Century, 2da ed. (Minneapolis: Fortress Press, 2006).
  4. The Global Religious Landscape," Pew Forum, December 18, 2012, http://www.pewforum.org/2012/12/18/global-religious-landscape-exec/.
  5. Ver: Christian Smith and Melinda Lundquist Denton, Soul Searching: The Religious and Spiritual Lives of American Teenagers (Oxford: Oxford University Press, 2005) para su afirmación de que los jóvenes apoyan lo que llaman el deísmo terapéutico moralista.
  6. Para obtener una visión de cómo la Biblia nos presenta a un Dios íntimamente involucrado con los asuntos mundiales, ver: N. T. Wright, Simply Christian: Why Christianity Makes Sense (San Francisco: Harper, 2006).
  7. Crédito de Foto: ssguy / Shutterstock.com.