¿Qué significa buscar a Dios?

¿Qué significa buscar a Dios?

A menudo los cristianos hablan de buscar a Dios. ¿Qué significa eso? ¿Cómo podemos buscar a Dios?

Si estoy de visita en una ciudad desconocida para mí y estoy en busca de una cafetería cercana para satisfacer mi hábito de tomar café por la tarde, siempre encuentro ayuda a la mano. Puedo preguntar a alguien de la localidad, consultar un mapa, o utilizar una aplicación de navegación para ayudarme en mi búsqueda.

Pero, ¿qué pasa si estoy buscando Dios? ¿Cómo encuentro a Dios? ¿Y qué pasa si hay muchas maneras y motivos para buscar a Dios así como hay buscadores? ¿Qué hago entonces?

¿Existe Dios?

Algunas personas que buscan a Dios simplemente quieren saber si Él existe. Ellos buscan evidencia de Dios, independientemente de si desean o no una relación con él. Talvez comenzaron este tipo de búsqueda intelectual con el objetivo de por fin sentirse libres de la “pregunta de Dios.” Talvez incluso esperan “descartarlo” y liberarse de cualquier lealtad o responsabilidad que pueda demandar cualquier prueba de su existencia.

El teólogo cristiano y autor C.S. Lewis fue criado en un hogar protestante en Belfast, Irlanda. Sin embargo, como adolescente, abandonó su creencia. Él encontró poco apoyo a la idea de la existencia de Dios en sus primeros estudios académicos.

“Me convertí en apóstata,” escribió Lewis, “dejando caer mi fe sin sentido alguno de pérdida, sino más bien, con el mayor de los alivios.”1 Mucho más tarde, un Lewis adulto fue “sorprendido por la alegría” y conducido por medio de la imaginación y la razón a una creencia establecida en Jesucristo como el Hijo de Dios. La ruta de su búsqueda fue larga y tortuosa pero finalmente afirmó la fe de su infancia.

Sin embargo, otros que buscan pruebas de la existencia de Dios sí tienen la esperanza de encontrarlo. Charles Darwin era tal buscador, aunque al final se convirtiera quizás en el agnóstico más decepcionado de la historia moderna. Cuando era joven, Darwin consideraba una carrera en el sacerdocio y comenzó a estudiar el mundo natural, creyendo que demostraba la gloria de Dios.

“Yo estaba reticente a renunciar a mis convicciones,” Darwin escribió en su autobiografía, “pero me parece más y más difícil. . . inventar pruebas suficientes para convencerme. Por lo tanto, la incredulidad se deslizó dentro de mí a un ritmo muy lento, pero al final fue total.”2 Su búsqueda de evidencia científica de la existencia de Dios lo llevó a la conclusión de que “el misterio del principio de todas las cosas es insoluble por nosotros; y yo por mi parte, debo sentirme contento de permanecer agnóstico.”3

Lewis comenzó con la creencia en Dios, la abandonó y luego la retomó nuevamente. Darwin comenzó con la creencia, pero se encontró “como un hombre que se había vuelto daltónico,” y en última instancia abandonó su búsqueda de Dios.4

¿Dónde está Dios?

Algunos de los que buscan a Dios ya creen que existe; lo buscan en el sentido locativo, tanto como si buscáramos una dirección física. “¿Dónde está Dios?” preguntan. Esta es la pregunta que tratan de responder.

Los cristianos creen que Dios es omnipresente — que existe en todas partes en todo momento. No puede ser restringido, al igual que nosotros, a un sólo tiempo y un sólo lugar. El antiguo salmista, el Rey David reflexionó sobre el paradero de Dios y concluyó que no había lugar alguno en el cual Dios no estuviera:

si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí. Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha!5 La afirmación de David no era que no podía encontrar a Dios, sino que no podía escapar de él. “Dios es omnipresente,” escribe el teólogo John Piper, “y por lo tanto, siempre está cerca de todo y de todos. Posee todo ser. Su poder está siempre presente en sostener y gobernar todas las cosas.”6 Su presencia puede encontrarse en la naturaleza,7 en las vidas de aquellos que lo siguen8 y entre los que se reúnen para adorarlo.9

¿Los Cristianos buscan a Dios?

También los creyentes hablan de buscar a Dios. Pero si creen en Dios, ¿acaso no lo han encontrado ya?

Cuando los cristianos hablamos de buscar a Dios, por lo general significa que están buscando la experiencia de la presencia de Dios. La Biblia exhorta a los creyentes a “buscar siempre el rostro de Dios.”10 Esta frase se refiere a tener acceso a Dios; buscar su rostro es buscar su presencia.

El Dios omnipresente está siempre cerca de todo y de todos, y él ha prometido estar con sus hijos siempre.11 Pero incluso alguien que cree en Dios podría no — de hecho, muy probablemente no lo hará — experimentar siempre su presencia prometida de maneras en las que pueda ser visto o sentido. Algunas veces “el rostro” de Dios parece oculto simplemente por nuestra falta de atención o por nuestra desobediencia. Algunas otras veces nos negamos a enfocar nuestra atención y afecto a Dios y por lo tanto nos resulta difícil percibir su presencia con nosotros.

Nuestra propia desobediencia o pecado voluntario puede resultar en el sentido de que Dios ha “retirado su mano” de nosotros por un tiempo — pero no cada prueba o dificultad que experimentamos es evidencia de que lo haya hecho. Mientras que él puede, en efecto, estar disciplinándonos al dejarnos sentir las consecuencias reales de nuestro pecado, y el alejamiento de Dios que trae el pecado, él aún está presente. Y todavía promete ser encontrado por aquellos que lo buscan sinceramente.12

No hacemos el esfuerzo mental y emocional para buscar a Dios porque él esté perdido. No lo está. Buscamos a Dios para “poder conocerlo” y “ser encontrados en él,” como el Apóstol Pablo lo escribió.13

¿Cómo buscamos a Dios?

Buscar a Dios implica poner nuestras mentes y nuestros corazones en él — y Dios nos anima a hacerlo.14 Él invita a los no creyentes a examinar su palabra y a considerar su obra en el mundo a través de su Hijo Jesucristo. Y él invita a los creyentes a acercarse a él en confianza, dependencia y adoración, para que él pueda revelar más de sí mismo.15

La Biblia nos asegura: “Si lo buscas, te permitirá que lo encuentres.”16 Él recompensa a aquellos que lo buscan, y la mayor recompensa de todo es la relación con Dios mismo."17

Finalmente, en toda nuestra exploración debemos recordar que la búsqueda no es unilateral. Dios nos está buscando con más diligencia y deseo de lo que nosotros jamás podríamos mostrarle al buscarlo a él.

C. S. Lewis recuerda su conversión al cristianismo menos como su búsqueda de Dios y más como Dios buscándolo a él. “Me di cuenta de que estaba negándome a algo, cerrándole la puerta a algo. Podía abrir la puerta o mantenerla cerrada, deshacerme de la armadura, o conservarla. Escogí abrir, desarmarme, aflojar la rienda.”18

Jesús declaró que él “vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”19 C. S. Lewis vivió lo que es ser objeto de esa búsqueda. “Agnósticos amables,” dijo, “hablarán alegremente de ‘la búsqueda de Dios por parte del hombre.’ Para mí, como era yo entonces, bien podrían haber hablado de la búsqueda del ratón al gato. La realidad con la cual ningún tratado puede ser hecho era sobre mí.”20

Dios busca una relación con aquellos que no lo conocen aún. Él busca una unión más profunda con quienes sí lo conocen. Mientras lo buscamos, podemos estar seguros de que él está seriamente buscándonos a nosotros también.

  1. C. S. Lewis, “Sorprendido por la Alegría: El Perfil de Mis Primeros Años”(Nueva York: Harcourt Brace Jovanovich, Harvest/HBJ, 1955), 66.
  2. Charles Darwin, Charles Darwin: His Life Told in an Autobiographical Chapter, and in a Selected Series of His Published Letters (Londres: John Murray, 1908), 58.
  3. Ibid., 62.
  4. Ibid., 61.
  5. La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional (NVI) © 1999, Salmos 139:8–10.
  6. John Piper, “What Does It Mean to Seek the Lord?”(Meditación en el Salmo 105:4), 19 de agosto de 2009, http://www.desiringgod.org/articles/what-does-it-mean-to-seek-the-lord.
  7. Véase La Santa Biblia, Salmos 19:1.
  8. Ibid., Juan 14:16–17.
  9. Ibid., Mateo 18:20.
  10. La Santa Biblia, Salmos 105:4.
  11. See La Santa Biblia, Mateo 28:20.
  12. Ibid., Jeremías 29:13.
  13. La Santa Biblia, Filipenses 3:8–10.
  14. Véase La Santa Biblia, Colosenses 3:1–2.
  15. Ibid., Santiago 4:8.
  16. La Santa Biblia, 1 Crónicas 28:9.
  17. Véase La Santa Biblia, Hebreos 11:6.
  18. Lewis, 224.
  19. La Santa Biblia, Lucas 19:10.
  20. Lewis, 227–228.